Reencuentro
inesperado
Lady Emma se
retorcía las manos con impaciencia. ¿Por qué tardaba tanto? Su futuro
dependería de ello. Necesitaba un marido antes de que su padre escogiera un
conde con cuatro dientes podridos y carnes colgando. Quería conocer al caballero enviado por su
querida amiga. Un conde desheredado por desobediencia y rebeldía para con sus
padres. Ella también era rebelde, pero
no podría escaparse de un matrimonio concertado. Así, decidió casarse
con un hombre elegido por ella siempre y cuando
el, respetaría sus condiciones. El recibiría su más que significativa
dote y un nombre respetable para la corte, en cambio ella no tendría que
casarse con algún viejito baboso con barbas teñidas de blanco. Al menos que sea
presentable pensó con tristeza, ya que
no albergaba esperanzas de volver a ver al único hombre que conquistó su
corazón. El mejor amigo de su hermano se
estaba desposando con la hija de un gran noble de Londres. Julián nunca
respondió a su amor. Después de robarle un beso, su primer y último beso, se
marchó sin despedirse. Cuatro años después, Emma seguía saboreado sus labios y
sabía que su corazón le pertenecía para siempre. Oyó unos pasos aproximándose y
se volvió lentamente. Agrandó mucho los
ojos cuando se topó con un hombre de alta estatura, ataviado de negro y con una
mortífera espada colgando de su cintura. Su perfil era majestuoso y… familiar. Rasgos esculpidos, pómulos altos, cubiertos
por una piel dorada, ojos azules como el
cielo de verano y el cabello besado por el sol. Demasiado parecido con… La
sangre se enfrió en sus venas y sintió que la tierra se fundía bajo sus pies.
¿Era posible? Los recuerdos se agolpaban en su mente mareándola. Abrió los ojos
con sorpresa y horror cuando él se acercó a ella.
— ¿Tu? —balbuceó
Emma con un hilo de voz.
—Han pasado muchos años pequeña, eres… toda una mujer —dijo Julián penetrándola
con la mirada.
— ¿Cómo te atreves? —Chilló Emma temblando —aparecer
como si nada para desaparecer después. Te marchaste Julián, sin despedirte.
—Tenía que hacerlo Emma, te lo explicare. —Dijo
Julián con tono suave —no quería lastimarte.
—Pero lo hiciste. ¿Por qué estás aquí? Víctor esta
en Londres —preguntó con tono burlón.
—Estoy aquí por
ti —contestó con cautela— .Lady Margaret me hizo saber que necesitas un esposo.
—Tú no puedes
ser mi esposo, vas a desposar a lady Elizabeth.
—Tuve que deshacer aquel matrimonio Emma. La única
mujer que he amado y amare siempre eres tú. Mi familia me ha renegado pero no
me arrepiento.
—Te marchaste Julián, sin despedirte —Emma se esforzó
para dominar su temblor sin éxito.
—Lo sé, pero me asustaba lo que sentía. Eras la
hermana de mi mejor amigo y mi familia había hecho un pacto. En aquel momento
pensó que era lo mejor. Julián se acercó a ella pegándose a su cuerpo. Cuando
sus labios se encontraron el terremoto se desató bajo sus pies. El primer beso
quedo en una experiencia mística, ahora prometía paraíso y música celestial. El
corazón de Emma surcó los cielos viendo
sus sueños hechos realidad. Pero ¿podía confiar en él? Lo pensaría
después, ahora quería guardar aquel momento en su memoria para siempre.
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