el amor

El amor nace con una sonrisa, crece con un beso y se muere con una lagrima.

miércoles, 8 de febrero de 2017


Hoy por fin visitaré el castillo. Desde muy pequeña me fascinaba este personaje. Claro que lo veía a escondidas pues si mi madre me pillaba me daba un buen tirón de orejas, diciéndome que aquellas  películas eran muy duras para una niña de siete años. Vlad Tepes goza de una gran popularidad en nuestra época debido a los métodos poco ortodoxos de castigar a sus enemigos. Pero la verdad es que si existiera hoy no estaríamos rodeados de tantos chorizos, ¿no os parece? Sobre todo por lo que se dice… odiaba a los ladrones.

Para mí el príncipe era un justiciero que defendía su país, castigaba a los ladrones, bueno…  también dicen que mataba niños y mujeres, ¿Será verdad? Me gustaría pensar lo contrario y seguir viéndole como un héroe que hizo todo lo que estaba en su mano para defender el país de los que luchaban para conquistarlo. Estoy en la mazmorra en la  que estuvo encarcelado. Un escalofrió recorrió mi cuerpo al notar que no estaba sola.

— ¡Alteza!

— ¡Quita mendigo! No se le puede molestar—gruñó el guardia.

— ¡Tenemos que hablarle! ¡Nos robaron otra vez! —Gritó el comerciante.

Otras voces alborotadas cubrieron la voz de las guardias.

— ¿Qué es todo esto? —Preguntó el príncipe desde el balcón con una voz calma como el mar antes de la tormenta. — ¿Quién se atreve a disturbar mi banquete?

Un silencio sepulcral se apodero del patio de castillo bajo el cejo fruncido de Vlad. Su aparecía fría inspiraba cierto espanto entre sus súbditos.

— ¡Habla campesino! —tronó.

—N… nos… nos robaron Alteza—balbuceó el hombre bajo la mirada gris del príncipe.

— ¡Traedlo a la sala del trono! —ordenó.

Las guardias cogieron al tembloroso campesino y lo llevaron en la sala de los juicios. Vlad les estaba esperando jugando con una cabeza recién cortada.

— ¿Qué es lo que te han robado? —preguntó al infeliz arrodillado a sus pies.

—T… tres… tres cerdos y una bolsa de oro ma… majestad—respondió el campesino sin levantar la mirada.

—Te llamaré, puedes marcharte. —Vlad acariciaba sus barbas pensativo.

—Sí, Alteza. —salió asustado y agradecido de seguir con la cabeza pegada al cuello.

—Organizad un banquete para todos los ladrones, dadles pan, carne, y vino en abundancia. —Se volvió hacia su escudero— ¡moveos!

—Si Majestad, los gitanos esperan su clemencia. Han decidido alistarse a nuestras tropas.

—Bien, bien. Mehmet  ll ha vuelto a Turquía pero volverá, que el ejercito este preparado.

Horas después el patio estaba repleto de repugnantes ladrones.

— ¡Devolvedme todo lo que habéis robado y me apiadare de vosotros! He organizado un banquete para aquel que desea cambiar, —dijo observándoles atentamente.

—Majestad, —se arrodilló uno de ellos dejando caer una bolsita llena de oro. Le siguieron los demás y Vlad les invito en una pequeña casita para disfrutar de la comida y el vino.

—De hoy en adelante podéis tener esto cada día de vuestras vidas, ¿os complace?

— ¡Sí!—contestaron.

Vlad salió seguido de sus guardias riendo. Que así sea, pensó.

— ¡Cerrad bien las puertas y quemadlos! Y, traedme al comerciante.

Se dirigió al castillo sin oír los gritos desesperados de los ladrones que se quemaban vivos.

—Alteza, el comerciante está esperando.

— ¡Traedlo!

—Majestad, a sus órdenes.

Vlad observó al hombre arrodillado delante de él.

—Cuenta las monedas y dime si te falta algo.

Con manos temblorosas el comerciante contó las monedas y levantó la mirada.

—Sss… sobra… sobra una moneda. —balbuceó.

—Llévatelas y sigue tu camino—dijo el príncipe complacido. —Si hubieras osado engañarme hubieras seguido el destino de los ladrones.

¡Mierda! Sigo aquí, debo de haberme quedado dormida, ¿me he desmayado? Todo parecía tan real… ¿lo fue? ¡Claro que no! Tengo que salir de aquí, esto afecta mi cerebro. ¿Qué demonios ha pasado? Estaba allí, con ellos. ¡Qué estupidez! Eso es imposible. Sentí el olor a carne quemada, los gritos, ¿en serio ha quemado más de trescientas personas? Y esos cadáveres en la sala de trono, ¡que sueño extraño! ¿Y esta moneda? ¡Joder! ¡Es de oro! ¿Donde está la salida? No estoy sola. Siento su aliento en mi cuello, dejare de ver películas de terror, ¡lo juro!

No hay comentarios:

Publicar un comentario