Julia apretó
el bolso con firmeza, consciente de que ha llegado una hora antes. Será mejor
echar un vistazo a los escaparates y aparecer cinco minutos tarde, no quiero
dejar la impresión de que le he estado esperando, pensó nerviosa. Marcos la
había llamado el día anterior pidiéndole otra oportunidad, era lo que ella
había esperado las últimas dos semanas. El niño no paraba de preguntar cuando
volvería papa del viaje y ella ya no sabía que contestar. Era cierto que
tenía ganas de verlo, lo amaba, pero no podía permitir que le haga daño otra
vez. Siempre pedía perdón, le traía regalos después de maltratarla y el niño
era demasiado pequeño para percatarse de
lo que ocurría. Cuando por fin había tomado la decisión de dejarlo pensó que su
vida sin él era un desastre. Será que no se vivir sin golpes, caviló.
Seguramente me dirá lo mucho que me ama, que nos echa en falta a mí y a
nuestro hijo, que no volverá a pasar, y yo con lo débil que soy me voy a
derretir como un helado. Paseó la mirada alrededor, y decidió entrar en la
cafetería y tomar un café. Tal vez la cafeína ayudaría a su cerebro funcionar
mejor. Sabía que cuando lo tenía cerca era incapaz de pensar con claridad.
Debería darme la vuelta y volver a mi casa, se dijo pensativa, debería volver
con mi hijo, y seguir con nuestras vidas lejos de él. Julia sentía que todo el
mundo la miraba como reprochando su debilidad. Sabía que solo era su
imaginación pero se sentía culpable de seguir amando un hombre como Marcos. Un
hombre que descargaba su amargura maltratándola delante de un niño que no podía
comprender, aun no, pero dentro de unos años comprendería, y sufriría. Pidió un
café para llevar y caminó hacia el parque, hacia la fuente con dos
ángeles donde empezó su pesadilla diez años atrás. << el día que lo vi
por primera vez, era tan guapo con aquellos ojos oscuros como la noche,
y su dulce sonrisa, cuan estúpida había sido, mis amigas me lo
advirtieron, pero no quise escuchar, no era capaz de ver más allá de sus ojos
oscuros, no me había percatado de que su corazón era tan negro como su mirada.
>>
Julia empezó a sollozar sin darse cuenta, los recuerdos se
arremolinaban en su interior sabiendo que aquellos años los había perdido
amando a Marcos más que a su propia vida. Se había alejado de toda su familia,
de todos sus amigos, el los llamaba<<distracciones
innecesarias>>. Llevaba dos semanas viviendo en la casa de sus
padres con su pequeño Raúl, había logrado escapar de las garras de Marcos y
había huido, y ahora estaba aquí porque él la había llamado. Se toco el brazo
que aún conservaba el recuerdo de la última paliza, acarició con movimientos
casi mecánicos aquellos dos ángeles de piedra testigos de aquel primer
encuentro, cuando se enamoró de su verdugo. Aquí me pidió matrimonio, se
dijo, aquí me juró el amor eterno y yo brillando más que el sol acepte a pesar
de todas la advertencias.
Julia miró
el reloj, ya casi era la hora, seguro que vendrá con un ramo de flores, también
alguna joya, pensó volviendo a la plaza. Mi hijo no va sufrir, no va crecer
presenciando las palizas de su padre. Salió del parque pensativa, la plaza
estaba atestada de gente pero allí entre todo aquel vaivén él destacaba. Alto,
fornido, con su cazadora negra y ese pelo negro escrutaba la multitud. Cuando
la vio se le acercó lentamente como un depredador en el encuentro de su presa.
Pero Julia ya no quería ser su presa, ya no. Marcos llevaba un ramo de
rosas y la miró con pesar.
—Mi amor, —dijo
abrazándola—perdóname amor mío, lo siento tanto,
me perdonarás, ¿verdad?
—Marcos, tienes buen aspecto— Julia se apartó
de aquel abrazo que tanto había añorado.
—Te he traído rosas, son tus
favoritas, no sabes cómo te he echado en falta—dijo Marcos
con voz queda.
Era tan
guapo que dolía mirarle y su corazón latía desbocado en su pecho.
—Muy amable de tu parte—contestó
ella con una frialdad que no sentía — Raúl está
bien, gracias por preguntar—dijo con sarcasmo—. Recibirás
los papeles de divorcio muy pronto. Ah, no me llames a no ser que quieras ver a
tu hijo, desgraciadamente lo sigue siendo, aunque pensándolo mejor es
preferible que sigas de viaje. Cogió las rosas, las olió, y con una sonrisa le
dio las espaldas.
Julia se encaminó
hacia su coche sonriendo sin mirar atrás, me ha dejado algo que valió la
pena pensó, Raúl me está esperando.
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